Los desórdenes alimenticios son actos compulsivos en la forma de alimentarse que perturban la salud física, mental y psicológica. La alimentación puede ser excesiva (comer compulsivamente) o limitada, puede incluir una alimentación normal con episodios de vómitos, o ciclos de atracones y purgas.
Los desórdenes de la alimentación más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Los que se están extendiendo más rápida y ampliamente son la sobrealimentación compulsiva y el desorden de alimentación por atracón. Todos estos trastornos tienen consecuencias graves para la salud de las personas a corto y largo plazo, e incluso pueden llegar a causar la muerte. Otros tipos de desórdenes alimenticios son la hiperfagia, la rumiación, la pica, el síndrome de alimentación nocturna y otros no específicos.
Algunos psicólogos también consideran como desorden alimenticio la ortorexia, que consiste en la obsesión de algunas personas por consumir sólo ciertos alimentos que consideran perfectos para ellas, hasta el punto de que ven mermada su nutrición y calidad de vida (aunque debido a factores culturales y políticos esta idea se considera controvertida). Además, algunos individuos tienen fobias alimenticias sobre lo que pueden o no comer. Un desorden frecuente en los niños es la pica, que consiste en la ingestión de sustancias no comestibles como pelo, madera, carbón, etc.
Hay numerosas teorías sobre las causas y mecanismos que conducen a padecer un desorden en la alimentación. En general se caracterizan por una obsesión anormal por la comida y el peso, y son mucho más frecuentes entre las mujeres que en los hombres debido en parte a que los hombres no suelen buscar ayuda. Más de un 50% de las personas con un desorden alimenticio tienen un diagnóstico comórbido o depresión mental severa. El tratamiento más común para los desórdenes alimenticios son las terapias cognitivas y de modificación del comportamiento.
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