Sobre la dieta del Paleolítico se han formulado diversas críticas:
- Sostenibilidad económica a gran escala. El principal mérito de la revolución agrícola fue que permitió disponer de grandes cantidades de calorías de forma barata y fácil. La dieta del Paleolítico, al rechazar los cambios de la agricultura, revierte a un estado de energía más cara y menor cantidad disponible. No se puede disponer de la energía proporcionada por los cereales, vegetales almidonados, productos lácteos y comida procesada (y, por tanto, también sal yodada). Estos alimentos son fundamentales en la dieta moderna y, en especial, en la dieta pre-moderna de países todavía no industrializados.
- Gastos elevados de las granjas. La cría de animales y su alimentación con los productos requeridos por la dieta paleolítica son caros de producir a gran escala. Por otra parte, hay estimaciones de que cien millones de personas viviendo de pescado destruiría las reservas de peces del mundo. Con estas bases, se puede concluir que si se adoptara la dieta paleolítica a gran escala se reducirían los ingresos de muchas personas.
- Alto coste del almacenamiento de comida. Suministrar comida libre de conservantes a gran escala introduciría desafíos logísticos que incrementarían los costes de los productores y revendedores. Se perderían, por tanto, las ventajas de la comida fácil de almacenar y de larga duración. Estos costes adicionales harían que la comida fuera más cara.
- Riesgo de déficit nutricional e infecciones. Este tipo de dieta puede provocar deficiencias de calcio, vitamina D y proteínas, además de infecciones producidas por no cocinar de manera completa los alimentos.
Una crítica de la dieta del Paleolítico es que es posible que el cuerpo humano sí haya evolucionado para adaptarse en la franja de tiempo desde el Paleolítico hasta los tiempos actuales. Por ejemplo, las poblaciones que han tenido agricultura durante el tiempo suficiente pueden haberse adaptado a ella, al menos en parte (microevolución). Un ejemplo es la intolerancia a la lactosa. Aunque la mayoría de los humanos modernos retienen la característica ancestral de no ser capaces de digerir el azúcar lactosa que se encuentra en la leche después del destete, las poblaciones (principalmente europeas, árabes, indias y masais) que criaron animales para obtener productos lácteos, han evolucionado y son capaces de digerirla (tolerantes a la lactosa). Ya que pueden producirse estos cambios en nuestro diseño corporal (aunque pequeños) desde la Edad de Hielo, puede no ser cierto que la dieta adecuada para las personas de la Edad de Piedra es buena para la gente moderna. Como contrapartida, la capacidad para consumir lactosa no es un gran salto genético ya que estábamos adaptados para consumir la leche de la madre; por tanto, desde una perspectiva evolutiva la adaptación a la leche es mucho más probable que la adaptación a otros alimentos que nunca habíamos consumido.
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Dieta del Paleolítico: Alimentos, Fuentes y preparación, Beneficios, Base científica, Crítica, Riesgos.