Se ha demostrado que el ejercicio aeróbico frecuente y regular previene o sirve de tratamiento para diversas enfermedades crónicas potencialmente mortales como hipertensión, obesidad, enfermedad de corazón, diabetes tipo 2, insomnio y depresión. El entrenamiento de fuerza parece tener efectos quemadores de energía que persisten durante 24 horas después del mismo, aunque no ofrece los mismos beneficios cardiovasculares que los ejercicios aeróbicos. El ejercicio puede también aumentar el nivel de resistencia al dolor.
Hay una evidencia contradictoria sobre si el ejercicio vigoroso (más del 70% del máximo VO2) es más o menos beneficioso que el ejercicio moderado (40% a 70% del máximo VO2). Algunos estudios demuestran que el ejercicio vigoroso ejecutado por individuos sanos puede incrementar de forma efectiva los péptidos opióides (las endorfinas, un opiáceo natural que junto con otros neurotransmisores es responsable de la euforia producida por el ejercicio y que ha demostrado ser adictivo); también influye positivamente en la producción de hormonas (incrementa la testosterona y la hormona del crecimiento), y ayuda a prevenir las enfermedades neuromusculares. Estos beneficios no se producen totalmente con el ejercicio moderado.
Tanto el ejercicio aeróbico como anaeróbico sirve para aumentar la eficiencia mecánica del corazón aumentando el volumen cardíaco (ejercicio aeróbico) o el adelgazamiento miocárdico (entrenamiento de fuerza).
A largo plazo, el ejercicio ayuda al cerebro aumentando: el flujo de oxígeno y sangre, los factores de crecimiento que ayudan a crear nuevas células nerviosas y las sustancias químicas cerebrales que ayudan a la cognición.
Editor: GFDL, v.o., CC BY-SA 3.0 Muydelgada.com, 2015.
Ejercicio físico: Beneficios, Mitos, Ejercicio excesivo, Tipos.